por Wiliam Ajanel
Desde los talk shows, los realitys, pasando por los noticieros de chismes y todo lo que aquellos grandes intelectuales de la televisión han creado, no es un secreto ni una novedad el objetivo comercial que persiguen las productoras y televisoras que difunden estos programas en nuestra actualidad.
Es impresionante la cantidad de gente que se mueve al rededor de estos programas, que alteran por mucho la realidad de nuestras sociedades, minimizando y ridiculizando en varias ocasiones el rol del ser humano sociable e inteligente. Probablemente este sentimiento sea particularmente compartido en pequeños círculos de la sociedad que ven con malos ojos la desvalorización de los humanos convirtiéndolos en objetos de marketing.
¿Pero que hay de aquellos que ignoran la realidad de tales programas? En una ocasión me sentí muy incómodo al observar como una familiar mía [muy cercana] lloraba frente a la televisión en un famoso talk show a nivel latinoamericano [como ya he dicho en más de una ocasión, no quiero darle más difusión a estas cosas] Fue entonces cuando me preocupé, ya que anteriormente me limitaba a señalar que esos programas no podrían traer algo bueno a la vida de los televidentes.
Me tomé la molestia de explicarle a esta persona que lo que estaba viendo probablemente no tenía nada de cierto, ya que la conductora del programa en varias ocasiones había sido señalada de arreglar los casos dando dinero a las personas para que mintieran respecto a las situaciones que presentaba. Le expliqué seguidamente que estos programas lucran con los sentimientos de las personas, ya que existe una falsa moral detrás de ellos, y se permitían dar ayudas económicas a la gente porque sus niveles de rating eran altos, por lo que las televisoras pagaban grandes cantidades de dinero en materia publicitaria para estos programas.
Una explicación que me tomó poco más de diez minutos, pero al final resultó siendo inútil, esta persona continuó viendo estos programas bajo la razón de que había visto unos videos de las personas [en el mismo programa, ¡oh sorpresa!] en donde se mostraba la verdad del asunto y que ella si creía que todo era cierto.
A raíz de ello, decidí no volver a comentarle a nadie al respecto, y a la vez me surgió esta inquietud:
¿Qué se le puede decir a una persona respecto a los programas de televisión que juegan con los sentimientos de las personas, si estas solo tienen como referencia la misma televisión?
Es una situación muy compleja, ya que muy pocos tienen acceso a información en medios alternos, y por lo general los referentes de las cosas que se ven, suelen ser los mismos medios que distribuyen estos programas.
Me ha tocado ver de todo, desde gente buscándole reemplazo de novia a sus hijos hasta programas en donde exponen casos de pedofilia e incesto presentando a los niños y poniéndoles en evidencia frente a miles de personas detrás de una pantalla.
¿Es esto justo? ¿Hasta donde se va a llegar con el tema? ¿Qué hace falta para que cada día esta influencia sea menor y la gente encuentre entretenimiento de calidad?
Recuerdo de una persona que me juzgaba por ver frecuentemente la serie de South Park, dicíendome que le parecia vulgar e insultativa: Fué cuando le respondí: Pues los programas que miras no son precisamente muy sutiles y educativos [cayendo en el argumento tu quoque]
Creo que como individuos podemos y debemos hacer un pequeño esfuerzo por informar a las personas más cercanas sobre el peligro de estos programas en nuestra percepción de la realidad, el entretenimiento no tiene que ser a fuerza un mero amarillismo y morbo, que tanto ya hay en los medios. Existen maneras inteligentes de entretenimiento aún en la misma televisión y otros medios masivos, que no caen en este tipo de desvaloración.
Por último, el titular puede sonar un poco fuerte, pero ¿No es acaso lo que estamos viviendo en la actualidad?
Solo para meditar.
Saludos
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