sábado, 24 de enero de 2009


¿Con tu mami o con tu papi? Niños tomando decisiones por los adultos

por Wiliam Ajanel

Vengo de un hogar desintegrado, y no recuerdo se me haya hecho esta pregunta [hasta hoy en día no se si fué lo mejor] pero muchos de mis amigos, y personas conocidas han sufrido de este fenómeno, que hoy me tomo la libertad de llamarle: "Fenómeno del adulto cobarde". A mis veinticuatro años debo confesar que aún consulto algunas cosas con mis padres, muy pocas, pero lo hago, es una señal de interdependencia y hasta cierto punto de seguridad emocional. Pero, ¿qué sucede cuando dejas a un niño tomar una decisión que sabes que tu mismo no podrías resolver?

El fenómeno de los divorcios en familias con hijos, independientemente de su causa, presenta la perculiaridad de los famosos daños colaterales, en este sentido, hablando particularmente de los niños, me resulta una canallada [es la palabra más elegante que encontré] dejar en las manos de un niño la desicisión de con quién desea vivir.

La seguridad de un niño se ve amenazada cuando sus padres se encuentran en dificultades, y silenciosamente sufren dentro de sus pequeños seres la incertidumbre de lo que acontecerá, eso trae a mi mente la importancia de la comunicación. Un niño es capáz de discernir, en su propio idioma claro está, una situación si se le explica con tacto, delicadeza, pero sobre todo con honestidad. Viene a mi memoria una frase que leí hace un par de semanas del científico estadounidense Carl Sagan, que expresó: Los niños no son tontos... son sólo niños.

Muchos adultos cometemos el error de tratar a los niños cual seres inferiores e incapaces de interpretar la vida con tanta "seriedad" y objetividad como nosotros, pero sin duda son ellos mismos quienes nos dan lecciones importantes sobre la vida, cuando de tomar decisiones se trata, por una sencilla razón: A pesar de su ingenuidad e ignorancia, los niños también son honestos en su actitud frente a la vida, y actuarán con la cantidad de miedo relativa que nosotros sembremos en sus corazones.

Sobre el tema de la decisión de con quién vivir, en un plano de absoluta comunicación no debería resultar tan complicado que los adultos se hicieran cargo del tema, ya que el niño tomaría la situación con el grado de normalidad necesaria, siendo el parte de ese razonamiento que le ha sido inculcado desde pequeño.

Explicarle a un niño una problemática no tiene por que se difícil, si bien es cierto que no hay una escuela de padres, el sentido común está a la disposición de todo ser pensante y con un mínimo de sabiduría. El tema será como manejar esa comunicación para no herir la sensibilidad del niño, esa es la tarea más importante quizá. Leí hace poco un consejo muy sabio que decía: Cuando hables con tu hijo, hazlo pensando como él piensa, con las cosas que él conoce, y con la inocencia que él posee. Ninguna barrera habrá más fuerte que el miedo a la hora de hablar con un pequeño, aún no tengo hijos, pero hablo en el plano del sentido común más que del consejo vivencial.

Como niño que fuí, y como hijo que soy, estoy seguro que muchos problemas se hubieran resulto tan solo con hablar. Es de suma importancia no dejar en apuros a los niños con decisiones tan repentinas y fuertes, ya que esto desencadenaría en profundos traumas emocionales y actitudes que luego señalamos de antipáticas, la vida misma me ha enseñado esto.

Por último, dejo esta anécdota: Una amistad de mi novia comentaba que un día su hija llegó un día preguntando al colegio ¿Qué era un divorcio? a lo que la maestra se sorprendió y citó a los padres, inmediatamente después de lo ocurrido. Cuando el padre escuchó lo que había sucedido, rompió en llanto, el matrimonio se recuperó, afortunadamente,y ahora son una familia muy complacida.

Se que no siempre tienen este final feliz, pero lo que si se, es que se puede evitar dañar más el entorno del infante, si tan solo nos comunicamos con él, con toda honestidad, de humano a humano, de ser pensante a ser pensante.


Un saludo.


La nota de Carl Sagan ha sido tomada de este post, en Pulso Digital.

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