viernes, 30 de abril de 2010


Cuando la estabilidad nos vuelve mediocres

por Wiliam Ajanel

¿Cuántas veces escuchaste este clásico consejo? Hijo, ve a la escuela, aprende cosas nuevas, hazte un hombre de provecho, consigue un buen empleo y hazte de una familia. Probablemente fue un padre, una madre, un tío o un abuelo, quienes con la mejor de las intenciones te hacían ver lo que en determinado momento se llegó a considerar como "el fin del hombre en la sociedad". Desde pequeños nos esforzamos para convertirnos en los mejores de todo, porque eso hacía feliz a nuestra madre y a nuestra familia; porque si un día volvías con malas calificaciones te sentías derrotado e indigno de los esfuerzos de tus padres. Aprendimos a sobresalir y ser tomados en cuenta, a recibir honores y aplausos. Aprendimos que la seguridad y la estabilidad era el fin máximo de tu carrera en la vida, que las tribulaciones juveniles eran pasajeras y que debías enfocarte en ser mejor. Nos enseñaron a buscar la seguridad, evitar los riesgos y crear ambientes estables que protegieran nuestra integridad y la de los nuestros. ¿Pero es realmente la estabilidad el éxito de nuestras vidas como individuos?

Recuerdo que de pequeño, tuve la gran ilusión de convertirme en un gran ciclista, de esos que se veían en la televisión atravesando naciones enteras y recorriendo a gran velocidad las carreteras que se llenaban de colores alegres con sus peculiares uniformes; pero en realidad este deseo debía comenzar con algo tan básico como aprender a manejar; quizá tenía 6 o 7 años[un poco grande ya] cuando decidí que era momento de aprender a manejar una bicicleta y como era de esperarse, las clases iniciales se llevaron a cabo en la calle del frente de mi casa en una de esas bicicletas que traían llantitas auxiliares en la parte de atrás. Todo comenzaba a parecerme más emocionante en tanto que podía controlar mejor, pero finalmente, me vi ante la imperiosa necesidad de deshacerme de aquellas rueditas auxiliares que si bien eran útiles hasta ese momento, no me permitirían desarrollar otro tipo de hablilidades.

No recuerdo cuantas veces volvía casa con el pantalón roto, un codo raspado o una mano lastimada; definitivamente mi empeño en querer aprender me hizo perder el miedo de afrontar esas situaciones de evidente riesgo; recuerdo que después de eso me compraron una linda bicicleta de montaña, la cual después de un tiempo de utilizarla y movilizarme en ella, llegó al punto de aburrirme y pasó a formar una parte más de las cosas que emprendía con ilusión pero que al final, resultaba acostumbrándome a ellas como "algo más" dentro de mi vida. Hoy en día no soy un famoso ciclista, de hecho, estoy lejos de ser siquiera uno regular o aficionado; sedentarismo le llaman creo.

Sin duda alguna, todos anhelamos convertirnos en diferentes tipos de personas en distintas etapas de nuestras vidas; algunos sueñan con ser profesionales, otros empresarios, algunos artistas y por ahí alguno que sueña con vivir en una montaña cazando animales para sobrevivir; todos sueños válidos y respetables. La ilusión que nos aborda al inicio de toda carrera pronto se va convirtiendo en rutina, nos acostumbrarmos a que indiferentemente de nuestro empeño, las cosas siempre estarán ahí y nos apegamos a la idea de que siempre hay oportunidades y ese es nuestro consuelo. Iniciamos carreras que en su momento llegan a generar momentos de oportunidad, pero que luego abandonamos porque evitamos las situaciones de riesgo, porque tememos perder nuestra estabilidad y nos confunde no tener las cosas bajo control y así se pierden las oportunidades en el tiempo; seguimos siendo los mismos de siempre. Mediocres.

Aprendimos que no es necesario exponerse al fracaso si de nuestra parte está el no arriesgarnos, así fueron muriendo miles de ideas, miles de emprendedores y miles de genios que aceptaron el hecho de que quizá no iba a funcionar lo que se proponían.

¡Anda hombre! colocate en una empresa que eso de ser independiente es muy arriesgado; no estudies esa carrera porque no hay futuro en ello; no pierdas tu tiempo con ese oficio que está tan saturado.

Y así fuimos construyendo nuestra burbuja de estabilidad y autocomplacencia; nos quedamos en el inicio de una carrera a la cual nos acostumbramos y se nos olvidó que había una meta a la cual llegar, porque eso de ser soñadores es de adolescentes y tarde o temprano teníamos que "madurar". Aprendimos a matar nuestras propias ilusiones con dosis de realismo y largas jornadas laborales, colaborando a construir el sueño de alguien más pero menos el nuestro, porque al final ¿de qué valen los sueños sin un plato de comida, techo y un par de prendas?

Antes de apestar a extracto de libro de autosuperación, sólo me gustaría remarcar esas cosas que quedaron en el recoveco más oscuro de nuestros recuerdos y ver si aún podemos desenpolvarlos y darles vida; todos esos proyectos que por la supuesta falta de tiempo, la falta de recursos o las pocas ganas de arriesgarse se fueron a la basura, esperando que nos aburramos de nuestra misma estabilidad y ser tomados en cuenta con la misma emoción con la que un día les trajimos a la mente. Y si en el peor de los casos no es algo a lo que estemos acostumbrados, intentemos ver el mundo más allá de nuestras rutinas y nuestra estabilidad, estabilidad laboral, sentimental, física, etc.

Despertar los sueños que un día tuvimos es como recuperar nuestro primer amor en cierta forma, porque dimos inicio a alguna idea que se perdió en las miles de ocupaciones; como la vez que nos enamoramos perdidamente de esa persona y con el pasar de los años, lamentablemente, nos acostumbramos a ella, a tenerla al lado, a saber que sin importar lo que hiciéramos, siempre volverá a nosotros y dejamos de tener esos detalles que nos hicieron excepcioinales en su momento; hasta que un día nos damos cuenta de que la seguridad y la estabilidad tampoco existen, que todo es un riesgo y que probablemente perdimos el tiempo acumulando un montón de compromisos con los que nos sentíamos más seguros pero al final, resultaron ser tan frágiles como cualquier riesgo que dejamos pasar en la vida.

Está bien echar mano de oportunidades a largo plazo y mejorar nuestra calidad de vida, está bien buscar una estabilidad laboral o sentimental, pero recordemos, existe una cantidad considerable de riesgo en que nuestra carrera se convierta en nuestro fin y no en nuestro medio; así pues, cuestionémonos de vez en cuando ¿Es esto lo que quiero? o ¿Es esto lo que necesito?


Un saludo

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jueves, 22 de abril de 2010


El pujante "fanateísmo"

por Wiliam Ajanel

Primero paso a disculparme por tan atrevida adulteración lingüística. A continuación, pasamos a lo que la curiosidad despertó en mi mente, al observar como un fenómeno social en pleno desarrollo y crecimiento, que está formando actitudes y puntos de vista, tanto en las generaciones más nuevas, como en quienes llevan ya unos años moviéndose en el tema del ateísmo.


Tiempo atrás, en distintos momentos de la historia, se pudo observar como grandes intelectuales de la ciencia, la filosofía y el arte, eran movidos hacia un estado de total negación sobre la existencia de algún poder supremo o deidad. Desde Nietszche, pasando por Marx, cada uno de éstos personajes, altamente reconocidos por sus transgresoras ideologías y pensamientos, lograron posicionarse de manera tal que, multitudes hoy en día se dan a la tarea de reproducir las famosas consignas que los convirtieron en iconos de una corriente de pensamiento.

Una particularidad [no exclusiva de personajes como los anteriormente citados] de muchos de los que se iniciaron dentro de esta manera de ver la vida, sin dioses, sin dogmas y sin ataduras intelectuales, es el hecho de que a pesar de ser totalmente incrédulos en cuanto a aspectos religiosos, suelen [¿o solían?] ser personas de fuertes convicciones e intelectualmente seguros, tanto así, que en su mayoría, se tomaban como referentes de lo que en verdad significaba el "libre pensamiento". Los ejemplos abundarían y no es precisamente una reseña histórica sobre figuras del ateísmo histórico y contemporáneo.

El problema ocurre, cuando en el curso normal de toda idea que se popularice, ésta tienda a desvirtuarse y en cierto modo dogmatizarse. ¿Sugiero acaso que el ateísmo pueda estarse convirtiendo en lo que tanto ataca, es decir, en un dogma? Definitivamente, en el sentido estricto de la palabra no, ya que si eso ocurriese el ateísmo pasaría a ser cualquier cosa, menos lo que conceptualmente entendemos como ateísmo; sin embargo, en el sentido práctico de la palabra, probablemente nunca nos habíamos encontrado frente a una manifestación tan fuerte de esta forma de pensar, especialmente para quienes vivimos en sociedades medianamente conservadores y dominadas por la religión, sea cual sea el credo. Por eso resulta curioso observar a cada uno de los individuos e incluso organizaciones que se empeñan en llevar el mensaje del ateísmo hacia los demás.

Sorprende, que en ocasiones las actitudes de quienes se hacen llamar ateístas o ateos, presuman de una superioridad moral e intelectual frente a cualquier manifestación ideológica que no vaya acorde a sus creencias [o sus no creencias en, este caso particular]; y en muchas ocasiones, reflejan actitudes apasionadas, dignas de cualquier religioso fanático. Sugiero que probablemente las motivaciones de dichos individuos, estén más cercanas a un resentimiento social, simple rebeldía quizá y hasta la misma moda intelectual; pero lejos de eso una convicción real y consciente de lo que se piensa.

Es importante entonces, poner especial atención sobre las ideas que dominan el pensamiento ateísta; no se puede negar la fuerte influencia de los medios en este punto; ya que un paso lógico diríamos, de gente que tiene mucho más acceso a la información, le lleva a cuestionarse sobre el mundo y las cosas que lo rodean, hasta que finalmente llega a ese pleno entendimiendo y razonamiento de que no existe tal cosa como un "dios". Pero ¿Cuántos de los que hoy en día se autoproclaman ateístas o ateos pueden defender con criterio propio su postura? lo que nos lleva a otra cuestión importante que sería ¿Son importantes las convicciones cuando se trata de ateísmo o sencillamente es una condición natural en la persona que un día despertó intelectualmente sobre el asunto de las creencias?

Promover el ateísmo es una tarea totalmente libre; apoyar el laicismo en el estado y la vida social también es una libertad que debería competerle a cualquier individuo que decide abrazar dichas formas de pensamiento [de hecho existen creyentes y religiosos que apoyan el laicismo sin necesidad de ser ateos, tema para otro día] lo que me parece que no es correcto, al menos dentro del ámbito del desarrollo ateísta como pensamiento, es que se intente promover equivocadamente, una especie de pensamiento único o una simple moda intelectual, que no dista mucho en ocasiones del actuar de los mismos fanáticos religiosos de toda la vida; el punto central sería: llevar al individuo a cuestionarse realmente sobre sus convicciones y primeramente aprender si las tenemos o no.

Me parece justo reflexionar sobre estos asuntos, ya que independientemente de las creencias de cada individuo, es importante en primer lugar aprender a definirlas como tales, luego abrazar nuevamente el criterio propio para que seamos nosotros mismos quienes nos definamos como personas, y no alguien más, aún cuando simpaticemos con ciertas ideologías o formas de pensar; lo importante es pues, darse la oportunidad de crecer hacia afuera, entender el mundo bajo nuestros propios puntos de vista y defenderlos en tanto que nos parezcan válidos y correctos.

Finalmente creo que todo también parte de una cuestión de actitud, pero tengo cierta percepción sobre esa tendencia de algunos ateos que predican un ateísmo intolerante y arrogante en cierto modo, convirtiéndose en una especie de apóstoles o discípulos del ateísmo y especialmente de ciertas figuras reconocidas en la sociedad actual.

Libertad de pensamiento si, pero no arrogancia e intolerancia intelectual.


Un saludo.


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martes, 20 de abril de 2010


Así funciona el razonamiento circular

por Wiliam Ajanel

El razonamiento circular se puede definir desde distintos puntos de vista y bajo un profundo análisis intelectual; pero no encontré mejor manera que esta imagen para explicar cómo funciona y por qué funciona.


[click sobre la imagen para agrandar]

Espero que haya sido útil, la idea la tomé de una imagen en inglés que encontré navegando, lamentablemente no se la fuente o página original pero dejo el enlace.


Un saludo

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viernes, 16 de abril de 2010


¿Ideas propias? No gracias, prefiero las ajenas

por Wiliam Ajanel

Debo reconocer que una de mis grandes debilidades, es esa tendencia a aferrarme apasionadamente a ideas ajenas en esa búsqueda constante de un enriquecimiento intelectual; el problema viene cuando dicha práctica se convierte en un fanatismo irracional, quasi religioso, contraproducente sobremanera, que lejos de alimentarnos del conocimiento general, nos nubla la vista y nos convierte en una especie de loros repetidores que no hacen más que echar mano de discursos prefabricados que nos brindan una sensacion de seguridad emocional y que acalla ese miedo a sentirnos ignorantes.

Puede que llegue el momento en el que nos sintamos cercanos a una forma de pensar o hacer las cosas; lo cual no quiere decir que tengamos que rechazar nuestra autonomía intelectual y rendirnos en cuerpo y alma a una tesis, credo o ideología. Lo interesante de las ideas y las formas de pensar, consiste precisamente en esa capacidad evolutiva del pensamiento y la capacidad de interpretar el mundo desde nuestra propia perspectiva y forma de ver el mundo; pero pareciera que en ocasiones nos avergüenza darnos a conocer como personas independientes y buscamos apoyarnos en ideas que al parecer, con el tiempo han logrado posicionarse como "sólidas".

Para darle una forma esta especie de alineación intelectual diríamos que, por ejemplo: existen por lo menos dos lineas de pensamiento dentro de alguna corriente intelectual, sea de carácter político, económico, religioso o cultural. Al momento entonces, de tratar enriquecernos de todo aquello que llama nuestra atención, vamos relacionando ideas y postulados que se convierten en "nuestra" visión de la vida y posteriormente, por una asociación lógica de ideas llegamos a determinar que "nuestra" forma de pensar se acerca y en ocasiones se sitúa dentro de corrientes filosóficas desarrolladas; llámese: ecologismo, minimalismo, socialismo, capitalismo, estatismo, liberalismo, etc.

Seguidamente, al vernos situados dentro de una corriente filosófica, encontramos riqueza intelectual desarrollada por grandes pensadores, pero que al final de cuentas no hicieron más que promover sus propias ideas respecto a las filosofías; es entonces cuando nos encontramos en peligro de bloqueo intelectual creativo y nos dedicamos a fabricar un enorme muro, donde cada ladrillo significa un pensamiento ajeno y una visión particular de la vida que por temor a no sentirnos frágiles, ponemos uno sobre otro hasta crear una sólida pared ideológica, impermiable y totalmente impenetrable de otros puntos de vista, aún cuando estos sean de nuestra propia autoría o sencillamente, riñan con el pensamiento convencinal que decidimos abrazar.

El conocimiento de las distintas filosofías y pensamientos que dominan la sociedad, son ampliamente enriquecedores, pero luego de abrazar la ideología se corre el segundo peligro, que no es menor que el primero y consiste en aprender lo suficiente sobre una ideología y pensamiento como para estancarnos y desarrollar estructuras circulares que nos tornan en seres intolerantes y muy complacidos de "nuestras" ideas, que en realidad, tan sólo las hicimos nuestras y son de alguien más.

La invitación, en este sentido particular, no es cerrarnos por completo a las ideas ajenas, pero ¿Qué tal si dejamos la puerta siempre abierta hacia formas de pensar no convencionales y diversas? Y en especial, dejar abierta la puerta hacia el desarrollo de nuestros propios pensamientos, sean estos correctos o no, al final, serán sólo nuestros pensamientos y la garantía de que efectivamente, existe la libertad de pensamiento y la capacidad de análisis individual; no sentirme avergonzado de postular el "wilianismo", o el "manuelismo", el "carmenismo" etc.

Está bien ilustrarse sobre aquellos pensadores que salieron de lo común y marcaron una diferencia sustancial en la historia de la humanidad; pero seguramente, muchos de estos personajes a pesar de haber estudiado con empeño las ideas de sus maestros y mentores, tuvieron la capacidad de desarrollarse individualmente como intelectuales y dieron ese paso hacia la diferenciación ideológica.

Puede sonar pretencioso que imaginemos convertirnos en los próximos Sócrates, en los próximos Darwin's, en los próximos Rand's, en los próximos Einstein's o en los próximos Orwell's; pero es necesario atreverse a salir al mundo en nombre de lo que somos y no tanto en lo que nos dicen que somos por medio de otras ideas y otros pensamientos.



Un saludo

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jueves, 15 de abril de 2010


"Luchar por los pobres"

por Wiliam Ajanel

Desde una temprana edad, despertó interés en mi persona ver como las multitudes eran movidas en torno a personajes de la política y líderes que ejercían cierta influencia en el pueblo, y desde que tengo memoria, no hubo político alguno que no prometió "luchar por los pobres" o "defender a las clases más desprotegidas". Provengo de una familia pobre, en términos económicos, gente que progresó trabajando e ingeniándoselas para salir adelante, y hasta donde recuerdo, nunca dependimos de la misericordia estatal o de las limosnas de algún político bonachón. Desde pequeño pues, me enseñaron el valor del trabajo y la responsabilidad y que no era correcto esperar que alguien más solucionara nuestros problemas.


No dominaba la jerga política y desconocía algunos términos, pero desde que aprendí lo que significa la demagogia y el populismo, cada vez me quedan más claras algunas cosas, en especial cuando en pleno siglo XXI, se siguen escuchando los mismos discursos, más aún en países como el mío, donde el potencial populista marcado por la pobreza es considerable.

Lo que muchos de estos políticos desconocen o intentan ignorar, es el hecho de que a diferencia de ellos, los pobres en la práctica no necesitan de ellos para poder vivir; no existe consigna más pretenciosa y ridícula que una persona, que en la mayoría de los casos está lejos de saber y experimentar en carne propia lo que es la pobreza, tenga la capacidad de hacer algo por aquellos que a diario salen a trabajar para ganarse lo que comen y darle a su familia algo con lo cual sobrevivir.

"Luchar por los pobres" dicen ellos, pero lo que olvidan esque esos pobres que les brindan un discurso y un trabajo, se levantan desde muy temprano a emprender labores que en la mayoría de los casos implican un esfuezo físico sobre humano, muchas horas de esfuerzo y una paga que deja mucho que desear.

Y así se inventan cientos de programas estatales de "ayuda" a los pobres, que cuando mucho logran aliviar problemas superficiales y que en el largo plazo, vuelven a dejar en el mismo lugar a "sus pobres". En esa lucha por los pobres se montan gigantescas organizaciones burocráticas que en efecto, logran sacar de la "pobreza" a unos cuantos familiares y amigos de los directores de dichos programas de ayuda; sin mencionar el costo político que tiene para futuras elecciones y el posicionamiento que se logra en base a supuestas ayudas.

Luchar por los pobres le llaman a llegar en automóvil de último modelo y con guardaespaldas [que lo pagan esos otros pobres de los que nadie habla pero que todo mundo conoce; esa clase media, que de media sólo tiene la cantidad de dinero que reciben mes a mes] y sentarse en su cómodo sillón de cuero a repasar "reportes" y progresos de sus ingeniosos planes de ayuda social, mientras en su portátil de último modelo revisan las agraciadas cadenas de mails que les envían sus colegas para echarse unas risas.

Luchar por los pobres le llaman a fotografiarse de vez en cuando con algún niño semi desnutrido, tomándolo con cuidado para no contaminarse de su desagradable olor o mancharse de ve tu a saber que fluído corporal; sonreir hipócritamente y correr de nuevo a la 4x4 mientras en su casa le esperan con un suculento plato de comida, y a ese niño lo espera un plato de frijoles que con suerte logró preparar la oficiosa madre de familia.

La lucha por los pobres es pues, ese escudo con el que muchos oportunistas intentan obtener un caudal nada modesto de ingresos y beneficios, a cambio de darle a unas dos o tres personas esa sensación de ayuda y compromiso social; afortunadamente la gente que realmente desea progresar lo hacer a pesar de estos personajes y se encausa en una pequeña, pero nada despreciable lucha diaria que les deja una enorme satisfacción y la consciencia tranquila.

Los pobres no quieren limosnas o misericordia de los funcionarios; tan sólo necesitan que se les de un trato justo y tener las mismas oportunidades que tienen los demás; pero eso no hace un buen discurso o un buen "plan de gobierno"; no es una idea que venda, por más que la repitan e intenten hacernos creer que así sucede.

Que pretenciosa esa gente que piensa que los pobres necesitan de ellos, cuando en verdad, ocurre todo lo contrario.

Un saludo



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martes, 6 de abril de 2010


Cómo deberían etiquetar los "alimentos"

por Wiliam Ajanel

Definitivamente una de las características de las generaciones más recientes es el alto consumo de alimentos empaquetados y de dudosa salubridad. No puedo negar que me encanta consumir todos esos productos en sus cajas tan bonitas y apetitosamente diseñadas, pero luego me topo con las ya clásicas etiquetas de información nutricional o nutrimental, donde se entra a una especie de dimensión desconocida con cantidades y porcentajes que tardamos menos en obviarlos que en llevarnos nuestros exquisitos alimentos empaquetados a casa.

Así pues, a manera de parodia humorística, me he dado a la tarea de hacer la siguiente imagen de cómo deberían etiquetar ciertos alimentos para que nos enteremos mejor y no nos vean la cara de "tontos".

[Click sobre la imagen para agrandar]

Obviamente las cosas serían más sencillas si nos dijeran en lenguaje terrestre los riesgos que tiene ingerir ciertos alimentos.


Un saludo