por Wiliam Ajanel
Llamar las cosas por su nombre. Es lo que siempre me decía un antiguo profesor, sinceramente no entendía a que se refería cuando me lo decía [yo era muy jóven] pero luego de unos años comprendí la sencillez y la importancia que tiene esa frase en las comunicaciones sociales e interpersonales. La corrección política nos hizo caer en el más desastroso y despreciable nido de hipocrecía, ya que lo que antes era tan tosco si se quiere pero dotado de mucha sencillez y honestidad ha sido cambiado por argumentos pseudo elegantes que buscan no ofender, pero que sin darse cuenta lo que hacen es distorsionar la realidad de los problemas sociales y personales.
Sin duda, la honestidad tampoco debe mal entenderse como un desconsiderado afán de ofender o ser vulgar hacia con los demás. Sencillamente hemos modificado aún nuestro propio lenguaje con palabrería barata y eufemismos para tratar de expresar nuestras inconformidades, pero sin ofender.
Nos han enseñado en la escuela, en el hogar, en los círculos sociales a no preguntar ciertas cosas, a no expresar ciertos pensamientos, por cordura, decoro, y más que todo por parecer correctos delante de la sociedad [que no nos debe y tampoco le debemos más que respeto] y apartar nuestros pensamientos de una línea de honestidad pura. Hoy en día aún existen temas tabú, de los que no se habla en público, de los que no puedes comentar porque alguien se puede ofender. ¿Hemos abandonado la libertad de expresión por un poco de admiración y adulación barata?
No hables del fulano porque es mayor que tu, no cuestiones al gobierno porque tiene más autoridad que tu, no juzgues las actitudes incorrectas porque se ve feo. Y así se agregaban expresiones y prohibiciones que no hicieron más que limitarnos del verdadero conocimiento de las cosas y sobre todo nuestro más básico derecho a expresarnos.
Se confundió la cortesía y la educación con la censura y la hipocrecía, hipocrecía que iba llenando nuestras relaciones y nuestra comunicación. Sin duda, las actitudes dentro de la sociedad también se vieron modificadas, especialmente en los círculos políticos que aprovecharon tan preciada herramienta para conseguir el favor de quienes poco conocen las intenciones que hay detrás de un "bonito discurso".
Pero ¿Cuál es el verdadero temor de mostrarnos cuales somos frente a la sociedad? Las razones pueden variar desde un desenfrenado anhelo de aprobación, hasta intereses públicos o laborales, lamentablemente cometimos el error de dar más valor a las apariencias que a la honestidad.
Sin embargo, es posible hacer algo por mejorar nuestra situación, enseñar a las nuevas generaciones que no hay mejor manera de comunicarse que con la verdad, que nunca saldremos de nuestras dudas sino es por medio del diáologo y la sinceridad, que la política, la religión y el fútbol no tienen por que ser temas prohibidos, no necesariamente si se sabe hablar con inteligencia. Saber que el órgano femenino se llama vagina y el masculino pene, sin ruborizarnos o soltar risas apagadas detrás de nuestras manos mientras escondemos el rostro. Es necesario llamar las cosas por su nombre, porque solo así evitaremos "sentir pena" cuando necesitemos expresar nuestra inconformidad.
Es necesario llamar las cosas por su nombre porque solo así los políticos y demagogos no tendrán oportunidad de engañarnos con mentiras disfrazadas y elegantes eufemismos. Es necesario regresar a la simplicidad de la comunicación para evitar ser insultados en nuestra propia cara sin darnos cuenta. Se hace urgente salir de la hipocrecía que han sembrado los medios al censurar desnudos artísticos y naturales, sustituyéndolos por escenas eróticas, provocativas, vulgares, violentas y sangrientas, pero eso si, "sin nada de piel".
No pido insultos y degradarnos a nosotros mismos, no pido desorden y falta de respeto, sencillamente un poco de honestidad y respeto, para hablar, comunicarnos e intercambiar ideas, que no haya temas prohibidos, que de manera responsable seamos totalmente libres de expresar nuestras opiniones sin temor a ofender.
A mi no me ofende si me llamas negro, latino, indígena o inmigrante, me ofende que trates de esconder tu desprecio con finas palabras y argumentos aduladores, me ofende que sientas que debas tratarme con "más" respeto que a los demás, solo por ser diferente. No me ofende que me llames creyente, ignorante o mal educado, me ofende que presumas de mayor posición y capacidad, dirigiéndote a mi como a una mascota, pero eso si, con mucho "tacto".
Seamos honestos, seamos sinceros, seamos respetuosos, pero sobre todo seamos auténticos.
No es un consejo, y odiaría ver esto en un .ppt pero suelen cansarme algunas actitudes de la sociedad, sencillamente es una muestra de inconformidad.
Un saludo
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Interesante post, especialmente porque también permites, a través de su lectura, encontrar las razones que dan nacimiento a la hipocresía.
ResponderEliminarLo políticamente correcto es hipócrita y se confunde con buena educación cuando, invariablemente, se puede estar bien educado sin ser políticamente correcto o lo que es más, para estar bien educado no hay que ser políticamente correcto.
Un abrazo.
Llego aquí gracias al blog de Darío Ferrer (www.darioferrer.com) y me ha encantado este artículo.
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo con lo que dices de la hipocresía, en España está a la orden del día. El día que podamos hablar sin miedo, habremos dado un gran paso, mientras tanto seguimos sin madurar en democracia.
Sin embargo entiendo por corrección política otra cosa, concretamente promover el respeto a todos los seres humanos y evitar los vicios culturales o históricos que pueden resultar ofensivos a personas por razón de su sexo u origen. Por ejemplo, esa expresión tan desagradable como "hablar en cristiano", cuando se quiere decir "castellano" o miles de expresiones realmente peyorativas como llamar "hembras" a las mujeres, o "sudaca", o "hacer una judiada", porque inmigrante, negro, latino, etc. son perfectamente correctas y no tienen nada insultante o peyorativo.
Cuando oigo en España a alguien llamar "moreno" a un negro, pienso exactamente lo que cuentas aquí. Además no conozco un solo africano que le guste que le llamen "moreno", suena como "paternal", "caritativo", hipócrita al fin.
Pero no todo el mundo que usa estos términos es hipócrita. En mi opinión, hay algo que a veces hace tanto o más daño que la hipocresía y es la ignorancia "el miedo al otro", al diferente.
Un saludo y felicidades por el blog.
Me he quedado maravillada por la forma en la que te has expresado. Enhorabuena :D
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