Hela ahí, hermosa cual montaña verde y radiante; coqueta a pesar de los años y con la dósis respectiva de maquillaje y buenas prendas...
Una señora en todo el sentido de la palabra; que además de fuerte parece astuta y dominante en ocasiones...
Toda ella es un derroche de fuerza y opulencia; antigüa ella pero tan pendiente de la moda. Una diva vamos, una estrella reconocida y popular...
Así es mi señora, debo decir más bien, nuestra señora: Doña Burocracia...
Y nosotros simples mortales, declinando antes su poderío y esplendor. ¡Oh! ¡Quién fuera la mitad de grande y sublime que sola ella es!
Si tan solo su belleza exterior respaldara su putrefacto y horroroso interior... Si solo nuestros humanos ojos pudieran contemplar su errante labor y torcido camino...
Sus manos, largas y sutiles, un tanto delicadas y con una curiosa suavidad... Manos extrañamente acojedoras, que con solo una caricia nos hace esclavos incondicionales...
Sus ojos... grandes y vivos, ardientes quizá, como una hoguera en pleno ardor... como una llama que parece no apagarse, que es capaz de tragarse vivo aún al más fuerte de los soldados...
¡Exaltada ella! entre los menos afortunados, los esclavos inocentes, fieles a sus caprichos y deseos... Dispuestos a seguir aún la orden más absurda y ridícula...
Háganos el honor de permanecer en nuestros días, ya que la costumbre cosas menos importantes no despide, cuanto más tan venerada señora...
¡Larga vida a la hermosa! Siempre afanosos y aún sobre todo cansancio y aparente disconformidad la seguiremos hasta el final...
Juntos vamos, y continuemos este profundo desgaste y malestar... Todo sea por nuestra querida y asquerosamente amada...
Señora burocracia...
Una señora en todo el sentido de la palabra; que además de fuerte parece astuta y dominante en ocasiones...
Toda ella es un derroche de fuerza y opulencia; antigüa ella pero tan pendiente de la moda. Una diva vamos, una estrella reconocida y popular...
Así es mi señora, debo decir más bien, nuestra señora: Doña Burocracia...
Y nosotros simples mortales, declinando antes su poderío y esplendor. ¡Oh! ¡Quién fuera la mitad de grande y sublime que sola ella es!
Si tan solo su belleza exterior respaldara su putrefacto y horroroso interior... Si solo nuestros humanos ojos pudieran contemplar su errante labor y torcido camino...
Sus manos, largas y sutiles, un tanto delicadas y con una curiosa suavidad... Manos extrañamente acojedoras, que con solo una caricia nos hace esclavos incondicionales...
Sus ojos... grandes y vivos, ardientes quizá, como una hoguera en pleno ardor... como una llama que parece no apagarse, que es capaz de tragarse vivo aún al más fuerte de los soldados...
¡Exaltada ella! entre los menos afortunados, los esclavos inocentes, fieles a sus caprichos y deseos... Dispuestos a seguir aún la orden más absurda y ridícula...
Háganos el honor de permanecer en nuestros días, ya que la costumbre cosas menos importantes no despide, cuanto más tan venerada señora...
¡Larga vida a la hermosa! Siempre afanosos y aún sobre todo cansancio y aparente disconformidad la seguiremos hasta el final...
Juntos vamos, y continuemos este profundo desgaste y malestar... Todo sea por nuestra querida y asquerosamente amada...
Señora burocracia...
Errr... ¿Me llamaban?
ResponderEliminarhttp://www.fiscalizacion.es/wp-content/uploads/2007/05/forgesproductividad.jpg