martes, 6 de octubre de 2009


¿El tamaño (del estado) importa?

por Wiliam Ajanel

Existen diversas posturas frente a la organización de un estado respecto a su tamaño, algunos prefieren, acorde a sus principios políticos, extender el poder gubernamental hacia todas las esferas de la vida pública posibles, una intervención solapada bajo el nombre de "gobernabilidad", mientras que otros prefieren estados pequeños, pero con amplia capacidad de dirección y efectividad, corriendo el riesgo de que también esto sea ocasión para que se generen pequeñas mafias controladoras de la vida pública y política. La pregunta más interesante, en todo caso sería ¿realmente importa el tamaño del estado?

Sin duda, esta perspectiva cambia respecto a las necesidades de cada sociedad y responde [o al menos debería] a las necesidades que se generan en el espacio de la vida ciudadana, y aunque en ocasiones existan gobiernos que se dan "el lujo" de contar con indefinido número de instituciones y comisiones, no es tan importante esta cantidad respecto a la cantidad de poder que se les asigna a estas instituciones. Es obvio que de nada sirve un aparato de gobierno grande, pesado e ineficiente, pero incluso el gobierno más pequeño en número, puede generar más problemas, gastos, corrupción e ineficiencia si no se establecen límites y claridad en la ejecución del poder de cada uno de estos.

Por ejemplo, en un gobierno se pueden crear distintas comisiones para actividades relacionadas, como la seguridad y la justicia; sin embargo, si no existen límites constitucionales y legales frente al uso del poder de las instituciones, estas bien pueden incurrir en abusos [condenas injustas, castigos arbitrarios, coacción, etc.] como también hacerse inútiles e ineficientes [criminales dejados en libertad, pérdida de tiempo en trámites y burocracia, etc.] Esto genera entonces, una inestabilidad en las tareas y responsabilidades de las intstituciones que no se solucionará ni eliminando puestos, ni creando más, todo es más bien una cuestión de límites y funciones.

El poder de las instituciones no se basa sólamente en los derechos y obligaciones de las mismas, un gran porcentaje de la efectividad, diríamos que se basa en la aplicación de límites en las funciones de los gobernantes y funcionarios, de tal modo que la cuestión del tamaño (del estado y sus instituciones) es más bien un asunto de menor prioridad.

Junto con la identificación de los límites del poder, es entonces que se genera una función eficiente, de nada nos serviría tener cientos de diputados que hicieran lo que les da la gana, si tan sólo una docena es capaz de realizar la labor de representación que se necesita en un marco de funciones definidas y limitadas.

Finalmente podríamos poner un ejemplo muy simple; si en un hogar se establecen límites sobre aspectos básicos de conducta y respeto, el número de miembros que existan en dicho círculo familiar no tendría por qué interferir en la conducta del resto, es un principio apegado a la justicia, donde todos debemos respetar las normas de conducta, o de lo contrario ser castigados, no olvidemos pues, que en un verdadero estado de derecho, todos estamos sujetos a las normas y los límites que imponen las leyes, incluso los gobernantes y funcionarios, que a pesar de cumpliar funciones que afectan la vida pública, estas no deberían estar marcadas por la cantidad de funcionarios, pero si por una función definida y limitada.

Diremos entonces, que en este caso particular, el tamaño (del estado) no importa...



Un saludo

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6 comentarios:

  1. Hay mucho que decir sobre el Estado. Sobre todo porque es de capital importancia delimitar sus funciones y es ahí donde muchos discrepan.

    Sin duda alguna ha sido la tendencia de los últimos años el reducir los estados en latino-américa. Nadie es ajeno a todos los procesos de privatización que se vivieron en años recientes.

    La idea era hacer al estado más eficiente. Lastimosamente estos procesos privatizadores fueron procesos mercantilistas no apegados a la libre competencia y por eso vemos los atroces resultados.

    Pero era de importancia reducir al estado, con el fin de hacerlo más eficiente en aquellas áreas de especial atención como la justicia y la certeza jurídica.

    Como vos decís. Un estado inmenso es ineficiente y genera mafias, lo mismo que un estado pequeño puede generar grandes problemas al no darse abasto.

    Hay que revaluar el tema de las instituciones y el modelo democrático de representación. No se puede legitimizar una democracia que carece de instituciones y no se pueden fortalecer instituciones, si el estado no es fuerte.

    Entonces lo que se propone es un estado pequeño. Mientras menos control ejerza será mejor para los ciudadanos, pero tiene que ser un estado fuerte capaz de fortalecer las instituciones que defiende.

    Estado pequeño si, pero fuerte.

    De todos es sabido que nuestro estado es un estado ineficaz con todos los matices. Es un estado grande y débil, promueve y sustenta mafias intestinas, algunas veces promovidas por los poderes de la especulación y el mercantilismo.

    Sino hay que ver los carteles de la droga. Son un emporio que ofrece un producto a una masa que lo consume y que porque el estado interviene, esta degenera en las mafias que hoy vemos.

    Pero el tema no es ese, sino fortalecer al estado pequeño. Fortalecer la constitución aun si se debe cambiar como es el caso de Guatemala, fortalecer el organismo legislativo y todas las instituciones que promuevan la democracia y el ejercicio ciudadano.

    Hay que cambiar el modelo de nuestra democracia.

    Pero siempre cabe la pregunta, ¿Y quien vigilará a los vigilantes?

    Es por eso que el estado debe ser pequeño, pero fuerte, lo mismo que las instituciones que lo fiscalizan y que promueven el ejercicio ciudadano.

    El sistema de partidos políticos que tenemos es un partido de coches y la separación de poderes una pantomima.

    Tenemos que cambiar las reglas del juego y estar bien claros en lo que hacemos.

    Muy puntual el post. Estas cosas siempre es bueno hablarlas.

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  2. @Gera

    Fijate que en lo personal yo prefiero un estado mínimo, pero con capacidad y funciones delimitadas.

    Discrepo un poco en eso que decís que la tendencia en latino-américa es la reducción de los estados, por el contrario yo pienso que el estado se hace más grande, bofo e ineficiente, pero como vimos en este pequeño repaso, no es ese el problema, preocupa más los límites [a veces irreconocibles] del poder del estado sobre la vida pública.

    El fortalecimiento [más bien resurección] de las instituciones es importantísimo para que el estado [hablo de Guatemala ahorita] comience a brindar lo que no ha podido durante décadas: Seguridad y justicia.

    Pero se pierde el orden de las proiridades y se comienza a interferir en áreas donde no se lo solicita al estado y es entonces cuando sus funciones comienzan a ser ineficientes, innecesarias.

    Por mi parte, apuesto por el cambio de las reglas del juego, una constitución actualizada, y más límites para los funcionarios y funciones claras, de lo contrario nos llenaremos de más CICIG's y más comunidad internacional al ver nuestra incapacidad para llevar adelante al país.

    En fin, son ideas que supongo hemos tenido muchos, pero que no han hecho eco suficiente en la sociedad.

    Un saludo y gracias por tu comentario...

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  3. Claro que importa. A mayor tamaño, menos libertad. Eso hay que tenerlo muy presente. Yo soy minarquista, considero que el estado debe de limitarse a unas funciones muy claras.

    Sí, son pocas funciones; pero que se hagan bien.

    Saludos.

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  4. @Miguel

    Yo también soy minarquista ;-)

    Pero en países como el mío [España no se si se queda muy atrás] el tema de la estructura de gobierno es menos importante que la definición de un marco institucional que defina también esos límites del poder, ya que como versa la célebre frase de Lord Acton: "El poder tiende a corromper, el poder absoluto, corrompe absolutamente"

    Un abrazo...

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  5. Estimado William, esas tendencias de reduccion del estado se dieron a comienzos de los noventa y finales de los ochenta. Epocas en donde el FMI recetaba sus famosos paquetes de ajuste estructural.

    Sugerían a cambio de dar prpestamos, ejecutar ciertos cambios en el Estado, como privatizar las compañias que prestaban los servicios "públicos" hasta ese entonces.

    Entre ellos el agua ( el más crítico), la energía, las telecomunicaciones.

    Y es por eso que nosotros tuvimos ese proceso con la venta de la empresa eléctrica y Guatel.

    Entonces perdona si no supe ubicarme en ese contexto y explicarme bien sobre los años en que esa era la tendencia.

    Esta claro que no es eso lo qu viven nuestros gobiernos. No con Chávez, ni con Evo, ni con Correa, ni con Nicaragua, ni con nosotros.

    Siempre un abrazo y adelante.

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  6. Pero no se puede negar que si un estado es ineficiente, tiene corrupción, etc, etc mientras más grande sea este problema crece. Además que es más dificil controlar a un mayor número de instituciones. Muchas veces existen organos con funciones duplicadas o que se derivan a otras instituciones sin que se disminuya el peso de la institución original. Y obviamente, lo que no tendría sentido es que hubiera más 'reyes' que peones.

    Quizás el tamaño no sea el pricipal problema, pero es un agravante más que importante

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