jueves, 29 de octubre de 2009


¿Artista? Yo no estaría tan seguro...

por Wiliam Ajanel

En una de tantas alucinaciones mentales y una inevitable curiosidad [es una manera elegante de llamar a la falta ocupaciones y mucho tiempo libre] me pregunté ¿En qué momento se perdió la verdadera noción de lo que un artista es, o debería ser. Mi principal preocupación al respecto es el hecho de que al vernos envueltos en una ola mediática y comercial, sea hasta cierto punto, complicado diferenciar el arte de un mero trabajo de entretenimiento o simple exhibicionismo; tal es el caso de quienes figuran en el mundo de la música y el entretenimiento popular, y que suelen referirse así mismos como artistas, pero apegados un poco al verdadero concepto y el alma de una labor tan noble podríamos preguntarnos: ¿Artista? Yo no estaría tan seguro...

Dentro de las definiciones más básicas de lo que significa el arte encuentro en el diccionario de la RAE estas dos que me parecen muy prácticas y sencillas de entender:

  • Virtud, disposición y habilidad para hacer algo.
  • Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.
Desearía ser mucho más hábil para aún hacer una apreciación más lógica de tales conceptos, pero resulta complicado dada la claridad de los mismos; en cambio, si es posible acercar un poco el concepto hacia ejemplos prácticos del mundo actual que nos rodea.

Haciendo un poco de conciencia sobre el segundo concepto, podemos ver que la expresión individual y personal sobre el la vida, el mundo o la sociedad, en ocasiones se encuentra ausente en el trabajo que desenvuelven muchos de estos seudo artistas, que en el peor de los casos, se encuentran totalmente dispuestos a renunciar a su particular visión de la vida, por unos minutos de fama o por unas cuantas monedas [es obvio que no son unas cuantas] con tal de permanecer en la "escena" y ser alabados cuales dioses del arte que pretenden ser, pero que sin integridad y honestidad alguna, están lejos de serlo.

Dentro de ese mismo concepto [y es notable que no estamos tomando aspectos puntuales de las distintas ramas y disciplinas del arte, más bien un concepto muy vago y hasta elemental] aparece una frase determinante y con mucho significado: " mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada". Si tán sólo tomáramos como parámetro de apreciación de lo que es un artista esta pequeña anotación, se eliminarían de la lista muchos de aquellos que pretenden alcanzar un nivel social, económico e incluso político por medio del arte, está claro que aunque el arte sea tan poderoso como para abarcar estos aspectos de la vida, no se ha pensado, ni se ha apreciado para tales fines. Pensaríamos entonces, que un deseo enfermizo de protagonismo o simple fama, tampoco es una consideración justa para hacerse llamar artista.

Y uno de los puntos más fuertes y que probablemente sea el más ignorado, es la capacidad de interpretación del arte, como expresión humana, y más allá de un simple ejercicio comunicativo, como escribir frases sin sentido, hacer sonar una ojalata o manchar un lienzo blanco con desperdicios. El arte es capaz de despertar el espíritu humano hacia un nivel de apreciación que sobrepasa la cotidianidad y la rutina, es cuanto menos triste, que hoy en día se considere arte, algún tipo de arreglo musical muy vago y hasta disonante, pero que sirve da base para hacer las canciones de moda, de los grupos del momento, sin escatimar expresión alguna, más que el simple hecho de "entretener" y mantener feliz a la gente, al público, más bien a los consumidores.

He considerado tan sólo un concepto muy sencillo, bastante obvio si se quiere, pero que en relación con el mundo actual y la brutalidad de los medios, llega a parecer una idea bastante "elitista" o al márgen de lo que la sociedad actual interpreta como artistas.

Finalmente, me encontré con la tarea de un niño hace unas semanas, donde debía escribir un poco sobre la vida de los artistas más influyentes de la historia. El niño sin duda se ocupó en buscar las fuentes de "información" más inmediatas y resultó que entre Beethoven, Bach y un Mozart, también figuraban los Jonas Brothers. Ignoro si lo hizo a manera de burla o sencillamente para él tenía mucho sentido lo que ponía, pero tan sólo pude asombrarme de cómo los medios han manipulado conceptos tan básicos de la historia de la humanidad para ponerlos al servicio de los intereses corporativos y mediáticos. Nació esta preocupación.



Un saludo

Fuentes
Conceptos de arte por el diccionario en línea de la RAE


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miércoles, 7 de octubre de 2009


¿Compramos buenas marcas o buenos productos?

por Wiliam Ajanel

A simple vista parece una pregunta bastante redundante, sería fácil evitar la cuestión argumentando que una es consecuencia de la otra, si una marca es buena, es porque el producto en algún momento ha sido bueno. Me atrevo a cuestionar tal argumento, sencillamente porque el mercado desde hace mucho dejó de funcionar como una relación entre calidad de bienes, servicios y satisafacción de necesidades, para transformarse en una especie de estrategia basada en la especulación y la psicología del consumidor.


Pero ¿cómo es que logra una marca superar la calidad de un producto? El proceso es muy sencillo, aunque requiere de una fuerte inversión económica que se basa en la manipulación y el control de los medios y los canales de distribución [que van desde las tiendas, los mayoristas, los detallistas, etc]. Por ejemplo, nos encontramos con una camiseta de algodón, que puede en determinado momento resultar bastante genérica y fácil de encontrar, pero viene el asunto de las marcas, que se han logrado posicionar, es decir, han logrado colocarse en un espacio de nuestra mente, y damos entonces una prioridad de calidad más alta.

¿Cómo llegó a "posicionarse" esa marca en nuestra mente? La publicidad juega un papel determinante en nuestra percepción sobre las marcas, independientemente de la calidad de el producto; está siendo sobrevalorada la imagen que hay detrás de una marca, es por eso que resulta tan necesario que una marca de un producto esté apoyada por la imagen de personalidades del mundo de los medios, la música, el deporte, etc.

La habilidad que han logrado muchos profesionales del posicionamiento para distraer nuestra atención hacia las bondades de la marca es impresionante, comenzando con el simple hecho de, por ejemplo, pedir un Marlboro en lugar de pedir un cigarrillo cualquiera. Se puede alegar en este caso en específico, que es un producto que se ha ganado el prestigio a través de los años y la calidad de sus productos, pero ¿estamos realmente convencidos de la calidad del producto o sólo de su prestigio?

Es de considerar que muy pocos tienen el tiempo, los conocimientos técnicos y la objetividad, necesarios para comprobar la calidad de los productos, es muy difícil tratar de convencernos, en primer lugar, de que entre cientos de marcas de un detergente, existan otros mejores quizá que no son tan famosos, sencillamente tardaríamos mucho tiempo en determinar bajo juicios de valoracion objetiva, cuál es el mejor y por qué.

Esto no quiere decir que estemos condenados a consumir los productos que salen victoriosos de una guerra comercial donde gana el más poderoso, el más viejo o el más publicitado, sencillamente podemos despertar la conciencia individual hacia una especie de "consumo responsable", lo cual no quiere decir que dejemos de comprar marcas, pero en vez de eso, volvamos [como mucho tiempo atrás] a preocuparnos por las bondades de un producto, su utilidad, su calidad, sus atributos físicos y si se quiere su precio.

Yo me temo que en su mayoría, estamos consumiendo productos de marcas reconocidas, lo cual no debería cerrar la puerta de la duda respecto a su calidad. ¿Compramos buenas marcas o buenos productos?


Un saludo

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martes, 6 de octubre de 2009


¿El tamaño (del estado) importa?

por Wiliam Ajanel

Existen diversas posturas frente a la organización de un estado respecto a su tamaño, algunos prefieren, acorde a sus principios políticos, extender el poder gubernamental hacia todas las esferas de la vida pública posibles, una intervención solapada bajo el nombre de "gobernabilidad", mientras que otros prefieren estados pequeños, pero con amplia capacidad de dirección y efectividad, corriendo el riesgo de que también esto sea ocasión para que se generen pequeñas mafias controladoras de la vida pública y política. La pregunta más interesante, en todo caso sería ¿realmente importa el tamaño del estado?

Sin duda, esta perspectiva cambia respecto a las necesidades de cada sociedad y responde [o al menos debería] a las necesidades que se generan en el espacio de la vida ciudadana, y aunque en ocasiones existan gobiernos que se dan "el lujo" de contar con indefinido número de instituciones y comisiones, no es tan importante esta cantidad respecto a la cantidad de poder que se les asigna a estas instituciones. Es obvio que de nada sirve un aparato de gobierno grande, pesado e ineficiente, pero incluso el gobierno más pequeño en número, puede generar más problemas, gastos, corrupción e ineficiencia si no se establecen límites y claridad en la ejecución del poder de cada uno de estos.

Por ejemplo, en un gobierno se pueden crear distintas comisiones para actividades relacionadas, como la seguridad y la justicia; sin embargo, si no existen límites constitucionales y legales frente al uso del poder de las instituciones, estas bien pueden incurrir en abusos [condenas injustas, castigos arbitrarios, coacción, etc.] como también hacerse inútiles e ineficientes [criminales dejados en libertad, pérdida de tiempo en trámites y burocracia, etc.] Esto genera entonces, una inestabilidad en las tareas y responsabilidades de las intstituciones que no se solucionará ni eliminando puestos, ni creando más, todo es más bien una cuestión de límites y funciones.

El poder de las instituciones no se basa sólamente en los derechos y obligaciones de las mismas, un gran porcentaje de la efectividad, diríamos que se basa en la aplicación de límites en las funciones de los gobernantes y funcionarios, de tal modo que la cuestión del tamaño (del estado y sus instituciones) es más bien un asunto de menor prioridad.

Junto con la identificación de los límites del poder, es entonces que se genera una función eficiente, de nada nos serviría tener cientos de diputados que hicieran lo que les da la gana, si tan sólo una docena es capaz de realizar la labor de representación que se necesita en un marco de funciones definidas y limitadas.

Finalmente podríamos poner un ejemplo muy simple; si en un hogar se establecen límites sobre aspectos básicos de conducta y respeto, el número de miembros que existan en dicho círculo familiar no tendría por qué interferir en la conducta del resto, es un principio apegado a la justicia, donde todos debemos respetar las normas de conducta, o de lo contrario ser castigados, no olvidemos pues, que en un verdadero estado de derecho, todos estamos sujetos a las normas y los límites que imponen las leyes, incluso los gobernantes y funcionarios, que a pesar de cumpliar funciones que afectan la vida pública, estas no deberían estar marcadas por la cantidad de funcionarios, pero si por una función definida y limitada.

Diremos entonces, que en este caso particular, el tamaño (del estado) no importa...



Un saludo

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